miércoles, 17 de junio de 2009

MONCHO ANTE LAS CAMARAS DE HOLLYWOOD


INTERIOR. DIA. SALA DE RODAJE DE PELICULAS X.
Moncho no reacciona ante su partenaire de escena.

DIRECTOR X: Moncho, ¿qué te pasa?
MONCHO: Imagino que estoy nervioso por ser la primera vez. ¿No podría rodar esta escena otro y así yo me voy fijando en los detalles para la próxima toma?
DIRECTOR X: ¿Prefieres que tu primer contacto con el cine X sea con las hermanas siamesas barbuda-bigotuda?
MONCHO: -con cara de terror-. Bueno, pensándolo mejor, no quiero retrasar más el rodaje. Dame un minuto.

Moncho abandona el set de rodaje un momento y se dirige hacia su camerino donde había visto un bote de viagra para casos de emergencias. Después de tomarse la mitad del frasco bordó la escena.

Como muchos aspirantes a actor o director que llegan a Hollywood queriendo llegar a ser algún día promesas, Moncho se dio de bruces con la cruenta realidad. Y es que no es un camino de rosas, sino más bien de zarzas con espina. Dándose cuenta que le iba a costar sudor y lágrimas su lanzamiento al estrellato, el exfumeta de la familia Rufianes se ha visto obligado a realizar diferentes trabajos muy variopintos desde que aterrizara en la tierra de la libertad: camarero patinador, botones de hotel, taquillero de teatro… Y ahora. comienza a hacerse hueco en la pequeña pantalla como actor porno para pelis bizarras que emiten en un canal local a altas horas de la madrugada. El sueldo no es mucho, pero el trabajo le enseña a retener sus emociones y requiere de unas pocas –o muchas- dotes interpretativas.

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