NUEVO RUMBO PARA JEMY

En anteriores episodios éramos testigos de cómo Jemy se refugiaba en un monasterio lejos del mundanal ruido para olvidarse del varapalo que sufrió al ver a Vanexa en manos del juez que llevaba su caso. Estos días hemos recibido un vídeo que evidencia que esta etapa de reclusión toca su fin y en el que se puede intuir qué nuevo rumbo le va a dar a su vida. Advertencia: el vídeo parece un documental de los de la dos -ahora con nueva imagen corporativa- editado por un niño de seis años. La persona que lo realizó ya ha sido puesto de Patitas en la calle -que no tiene nada que ver con el nuevo programa de la Sexta, del que ya comentaremos en entradas posteriores- por lo jefazos.

Y es que los días pasados en el convento le han servido a Jemy para meditar sobre su futuro y para pensar cuál era el papel que el Señor tenía encomendado para él en esta vida. Tras descartar las opciones de actor porno especial asiáticas, concursante del próximo Gran Hermano X y encargado de las cajeras chonis del Mercadona, sus fieles aliados perro y gallina le abrieron los ojos.
Si existía alguien sobre la Tierra que de verdad se hubiera preocupado por él eran sus incondicionales mascotas, que a cambio de un plato de comida al día no se separaban ni un segundo de su sombra. Por eso, Jemy pensó que en otra vida debió de ser animal, quizás un mandril, y que su misión era hacer algo por ellos cual San Francisco de Asís, patrón de los animales. Aún no nos ha contado en qué consistirá su nuevo estilo de vida, pero sin duda tiene que ver con el reino animal. ¿Con qué aventuras nos sorprenderá?

Fuentes del monasterio nos han confirmado que está bastante ilusionado y ya ha comenzado a hacer las maletas y a despedirse de los frailes cuyo silencio, meditación y cilicios le han encauzado por el buen camino. Desde la redacción ya estamos manos a la obra para seguir sus nuevas andanzas, las cuales serán seguro más entretenidas que las que tuvieron lugar alrededor del silencio monacal de las últimas semanas y de las que no merecía la pena hacerse eco.