Naturaleza artificial. Ya casi no existen lugares a los que el ser humano pueda huir para evadirse de la realidad que le venden, de la realidad que le rodea y de la que es muy difícil escapar. Guy Debord, quien fuera uno de los pensadores claves de mayo del 68, afirmaba que vivimos en una sociedad del espectáculo. Una sociedad fruto del sistema capitalista y que es máxima afirmación de la apariencia. Una sociedad que nos aleja de nuestros verdaderos deseos y existencias, creando otros que son totalmente superficiales. Somos importantes para el sistema en cuanto que consumimos aquello que nos vende. Consumimos ilusiones que suplantan a las auténticas necesidades primarias y en cuanto nuestra condición de seres manipulables nos hemos convertido en mercancía para el sistema.
Si se quiere salir del espectáculo, no se puede. También los movimientos contraculturales se reconvierten en mercancía nuevamente vendible. Así, somos presas de una sociedad que no deja a las masas explotadas ningún margen de elección: te resignas a vivir bajo una serie de modelos que nos venden unos pocos, con los medios de comunicación a la cabeza, o simplemente desapareces, no te reconoce el sistema.
Esta sociedad se fundamenta en el engaño. Debord afirma que la sociedad del espectáculo introduce en nuestras vidas a una serie de personajes admirables en quienes se supone que se personifica el sistema, “los vedettes”, pero que no son nada de lo que nos venden ni de lo que aparentan. “El poder, las vacaciones, la decisión, el consumo…”, se venden productos singulares que serán consumidos masivamente. Se unifica, de este modo, a la sociedad a través del consumo. Los objetos que nos venden los mass media, y en especial la publicidad, se venden como únicos en su momento, pero se vuelven vulgares nada más entrar en el hogar. No obstante, da igual porque enseguida nos olvidaremos de ello y un nuevo producto acaparará nuestra atención e interés en una especie de círculo vicioso que nos aliena y encauza nuestras vidas. “Cada nueva mentira de la publicidad es también la confesión de su mentira precedente”, diría Guy Debord.
Y con todo… ¿Cómo escapar de esta sociedad? ¿Cómo salir del espectáculo? ¿Queda algo realmente no artificial en nuestras vidas? ¿Queda todavía alguna posibilidad de libertad? Después de todo ello sólo queda el vacío.
lunes, 18 de agosto de 2008
CORTE PUBLICITARIO: VOID -VACÍO-
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Cualquier vana ilusión conduce inevitablemente al vacío, no sólo la provocada por otros, también la que uno mismo se crea. La esperanza no tiene nada de artificial, es inherente a la condición humana pero ata más que nada en la vida.
Me ha gustado mucho... me paso media vida tirando piedras ;-|
Publicar un comentario