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Al principio de su recién estrenada viudez lo ingresaron en una residencia de ancianos de un pueblo vecino. Allí aguantó un par de meses y desquició a todo el mundo. El tipejo se creía elegante, educado y caballero por dar la tabarra a todo el contorno. A modo ilustrativo el hecho de que cada mañana acudía al cuartel de la Guardia Civil a dar los buenos días o que siempre llevaba una bolsa de caramelos con los que obsequiar como buen viejo baboso a cuanta mujer, no importaba edad o condición, se le pusiese por medio. Al final lo de la residencia se terminó porque un hermano suyo (emigrante sesentero en Barcelona) lo sacó de ella bajo su responsabilidad y con la esperanza de arramplar con la casa de Cipriano “Chepe” (bonito adosado a las afueras de LT). De este empeño el hermano desistiría a los quince días puesto que vio que no podía meter el pico en los bienes de Cipriano “Chepe”. En la residencia quedaron muy aliviados y a estas alturas ya ni se acordarán de él (cosas del Alzheimer de la clientela y la temporalidad de los trabajadores del establecimiento).
Después de su etapa en la residencia Cipriano “Chepe” se echó novia. La novia resultó ser una meretriz (lo digo en fino para que se entienda que es oficio y no adjetivo de la susodicha persona) arruinada de unos setenta años a la que entre su hijo y “Perchazo” (uno de LT que la frecuentara en sus años laborales y que gracias a dicho gremio se arruinó un par de veces, una de ellas afanando de la caja del ayuntamiento cuando fue alcalde dejando un pufo del que LT todavía se está recuperando) metieron en la cama de Cipriano “Chepe” (¡Cómo no!) para ver lo que entre todos podían sacarle al viejo. Lo de la fulana acabó mal, con acusaciones de falta de cosas en casa de Cipriano “Chepe”. Tampoco se le puede echar la culpa a la meretriz y es que por aquel entonces Cipriano “Chepe” se aficionó a la musiquilla de la tragaperras del único bar de LT y, como buen melómano, le dedicaba un porcentaje considerable a tan maravillosa sinfonía. Por tanto lo de que la puta había afanado cosas tanto podía ser verdad como no, el caso es que a la señora no se la volvió a ver.
Y después de esto Cipriano degeneró hasta la muerte en su chochez de viejo baboso y pesado. Al final de sus días solía pasar las horas mueras en la puerta de su casa atosigando a todo el que se cruzara, no importaba que fueran vecinas, excursionistas o extraterrestres de Urano, que hiciese frío o calor. Haciendo excentricidades como llevar magdalenas a la tumba de la mujer porque, según él, se las comía por la noche (en realidad eran gatos). Y murió. Un día se lo encontraron sentado en la taza del váter tieso como un pájaro. Una muerte ridícula, digna del personajillo que en vida llegó a ser Cipriano “Chepe”. A su entierro fueron cuatro y es que en LT hay muertos de primera y muertos de segunda. Cipriano “Chepe” era de los últimos. Y quizá lo era porque “Barraro” y su ahorcamiento (“todos los ahorcados mueren empalmados” que cantara Siniestro Total) ya habían llenado el cupo de muertes estrambóticas en LT por este año. Pero ese es otro tema, del que hablaré otro día, si me sale de los cojones, que total y para lo que me pagan.
Después de su etapa en la residencia Cipriano “Chepe” se echó novia. La novia resultó ser una meretriz (lo digo en fino para que se entienda que es oficio y no adjetivo de la susodicha persona) arruinada de unos setenta años a la que entre su hijo y “Perchazo” (uno de LT que la frecuentara en sus años laborales y que gracias a dicho gremio se arruinó un par de veces, una de ellas afanando de la caja del ayuntamiento cuando fue alcalde dejando un pufo del que LT todavía se está recuperando) metieron en la cama de Cipriano “Chepe” (¡Cómo no!) para ver lo que entre todos podían sacarle al viejo. Lo de la fulana acabó mal, con acusaciones de falta de cosas en casa de Cipriano “Chepe”. Tampoco se le puede echar la culpa a la meretriz y es que por aquel entonces Cipriano “Chepe” se aficionó a la musiquilla de la tragaperras del único bar de LT y, como buen melómano, le dedicaba un porcentaje considerable a tan maravillosa sinfonía. Por tanto lo de que la puta había afanado cosas tanto podía ser verdad como no, el caso es que a la señora no se la volvió a ver.
Y después de esto Cipriano degeneró hasta la muerte en su chochez de viejo baboso y pesado. Al final de sus días solía pasar las horas mueras en la puerta de su casa atosigando a todo el que se cruzara, no importaba que fueran vecinas, excursionistas o extraterrestres de Urano, que hiciese frío o calor. Haciendo excentricidades como llevar magdalenas a la tumba de la mujer porque, según él, se las comía por la noche (en realidad eran gatos). Y murió. Un día se lo encontraron sentado en la taza del váter tieso como un pájaro. Una muerte ridícula, digna del personajillo que en vida llegó a ser Cipriano “Chepe”. A su entierro fueron cuatro y es que en LT hay muertos de primera y muertos de segunda. Cipriano “Chepe” era de los últimos. Y quizá lo era porque “Barraro” y su ahorcamiento (“todos los ahorcados mueren empalmados” que cantara Siniestro Total) ya habían llenado el cupo de muertes estrambóticas en LT por este año. Pero ese es otro tema, del que hablaré otro día, si me sale de los cojones, que total y para lo que me pagan.
2 comentarios:
A ver... cuando te has pasado toda una vida cagándola, la muerte sabe exactamente donde puede encontrarte jajajaja.
Un saludo becario ;-)
Me ha encantado lo de las magdalenas...
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